La realidad integra la
experiencia que todo ser humano asimila de manera sensorial, racional, anímica
y espiritual. Cada fenómeno de la realidad es el resultado de la
obediencia o el desacato a las leyes y principios otorgados por Dios a los
seres humanos, para mantener la armonía de su universo interior y
exterior.
La percepción de la vida cuando es cultivada con Fé, produce paz perdurable y
estabilidad emocional. Además, permite tener un panorama claro de la existencia
en su conjunto. Desde esta visión, la persona puede apreciar la belleza en
medio de la fealdad, y la bondad en medio de la maldad; es decir, puede
trascender las circunstancias para entender su sentido dentro de un propósito
mayor. De esta forma, el dolor, las limitaciones, los acontecimientos positivos
y negativos, la perseverancia en la búsqueda del Señor adquieren significado.
La persona auténticamente cristiana
entiende la realidad de esta forma. Consecuente con su Fé, es consciente de que
está en el mundo (Jn 17, 11) - para servir a la causa de Cristo-, pero no es
del mundo (Jn 17, 14). Una visión espiritual proporciona claridad a tu vida y
te da la posibilidad de encontrarle un sentido a las diversas circunstancias
que tengas que enfrentar. Dios, por intermedio de su Hijo Jesucristo y la
comunidad de sus creyentes -la Iglesia-, te invita a contemplar tu realidad y
la de toda la humanidad a través de esta lente, con el propósito de que
empieces a ser protagonista, y no simple espectador, de tu vida. Si te orientas
en esta dirección, podrás iniciar tu camino con los ojos puestos en un
horizonte amplio, seguro y definitivo: el regreso a la casa del Padre, de la
mano de Jesús (Jn 17, 25-26).
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